viernes, 9 de julio de 2010

¿Por qué no oramos?

Hay una carencia en nuestra identidad, en la concepción de lo que somos en Cristo, lo que es la Misión original, la Iglesia pura, y creo que profundizando un poco más quizás pudiéramos ver que si falta confianza en lo que Dios puede hacer seguramente es porque sobra en otra parte: quizás creemos demás en lo que nosotros podemos hacer por nuestros propios esfuerzos como organización, como personas, como humanos y no es de extrañar que estemos encontrando que mucho de nuestra acción misionera opere en este nivel terrenal, geográfico, étnico, analítico, histórico, antropológico, lingüístico, misionológico pero faltando en lo celestial y espiritual. Creo que esta Escritura no deja lugar a dudas de lo que debiera ser nuestra identidad teórica y práctica: Casa de Oración pero ¿cómo le hacemos para llegar allá? Creo que de alguna manera debemos soñar con ello en nuestra visión y llevarlo a cabo en la misión de nuestra organización. ¿Cómo hacemos para transferir la confianza más hacia Dios y que esto, por supuesto, se refleje en las misiones? La oración y la toma de decisiones deben ir de la mano. Yo propongo que nuestras reuniones de toma de decisiones estén más llenas de oración que de opinión, que se de más lugar al Espíritu Santo que a las mentes humanas, quizás pensar en reformar el formato, el tiempo, la manera de hacer nuestras reuniones y sobre todo la preparación para ellas, que haya más tiempo en oración y ayuno si es necesario, acuerdo, concertación de oración y de los puntos que se vayan a tratar, y estar buscando más el acuerdo con Dios y con lo que Él quiere hacer activamente en este momento histórico.

Luc 10:2 Y les decía: “La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”.

La verdad es que los misioneros enviados por Dios son pocos, la oración es poca, la confianza en el proceso de Dios es poca, y los enviados por el hombre son muchos, los que se auto envían también y las consecuencias difíciles de manejar, como los muchos que se enviaron y regresaron después de COMIBAM 87, o la cantidad de jóvenes enviados después de 97 que ahora necesitan cuidados especiales y muchos de ellos están cometiendo actos de inmadurez en el campo por no haber terminado su proceso y haber sido enviados quizás antes de tiempo. Mucho de esto se hubiera evitado si el proceso incluyera más dependencia de Dios y menos énfasis en el protagonismo misionero.

Hch 13:1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.

La Biblia parece dar la indicación que eran los más preparados, los profetas y maestros, los que ya habían pasado los procesos a quiénes Él llamaba a la obra misionera.

Hch 13:2 “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. “

La oración y el ayuno eran el escenario del envío misionero. A mi ver estamos necesitando lo mismo.

1Ts 5:17 Orad sin cesar.

2Ts 3:1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros,

(1 Timoteo 2:1-4)

Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

1Ti 2:8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.